Tampoco los libros que hablan de esta ciencia milenaria, ni las filosofías orientales. Simplemente somos seres a los que no nos enseñaron a saber quiénes somos realmente y nos han mostrado un mundo que es exclusivamente externo, en el que se dan todos nuestros triunfos y pérdidas.
Recuerdo una noche, cuando iba al bachillerato, y estaba sentado en la mesa de la cocina con mi papá. “Quiero mostrarte algo”, me dijo, tomando su billetera y sacando de ella un cheque por un millón de dólares. Mientras yo recuperaba el aliento, me explicó que aun cuando el cheque estaba a su nombre, no podíamos gastar ese monto, al menos no todo.
Anualmente la ONU presenta un informe de los países más felices del mundo, en donde el resultado se toma a través de una estricta calificación que mide el bienestar emocional de la población. En el Informe Mundial de la Felicidad 2017 se analizaron 155 países del mundo, y se publica anualmente desde el 2012.
Resulta interesante conocer “la leyenda del punto negro”, a través de la experiencia de un profesor, al tomar a sus alumnos una prueba no anunciada. Les entregó una hoja de papel a cada uno con la parte frontal hacia abajo, y recién cuando les dio la orden voltearon la hoja y se sorprendieron al ver que solo había en el centro un punto negro; acto seguido, el profesor les pidió que escribieran respecto a lo que veían.
Hace aproximadamente cuarenta siglos que los babilonios desarrollaron los primeros estudios que aportaban datos exactos sobre la salida y puesta del planeta Venus. Esta labor de observación de los cielos era realizada por los sacerdotes quienes anotaban los resultados de sus observaciones en tablillas de barro.
Cuando los “Baby Boomers” (personas nacidas entre 1946 y 1965) entren en el crepúsculo de su vida, los sistemas de atención a la salud mental serán inspeccionados minuciosamente, pues los estudios sugieren que un alto porcentaje de este grupo puede comenzar a experimentar demencia.