Una palabra puede cambiar la vida, pero cuando habla el corazón, su lenguaje es el amor

 

Un fragmento del libro Un minuto para el absurdo, de Anthony de Mello, dice:

“El maestro propuso un enigma:

— ¿Qué es lo que el artista y el músico tienen en común con el místico?

Todos se dieron por vencidos.

— La certeza de que el lenguaje más sutil no es el que articulan los labios, dijo el maestro.”

El verdadero lenguaje va más allá de las palabras, pues ellas son una prolongación de nuestros pensamientos y sentimientos. Una palabra puede cambiar la vida y, según la forma en que se dice, puede quedar grabada en el corazón. En algunos casos, es relevante no dejarse engañar por la acción de las mismas, porque pueden ocasionar diferentes efectos emocionales y afectar la salud.

Un aspecto muy interesante en el ámbito de la comunicación médica es el tipo y las modalidades del lenguaje que se emplea con el paciente.

¿Qué valor tiene la palabra en la relación médico-paciente?

Para Laín Entralgo, médico, historiador y filósofo español, “la palabra desde el punto de vista operativo tiene un doble valor: por un lado, de información y de comunicación, pero también tiene un poder terapéutico, dado que una escucha desde el corazón supone abrir un espacio a los otros para abrirse con confianza y libertad, lo que les permite sentirse comprendidos y afirmados”.

Palabras afectuosas y llenas de esperanza siempre son reconfortantes y actúan como un bálsamo, como una tabla de salvación y pueden despertar al paciente para imbuir su mente de pensamientos esperanzadores y saludables.

Las palabras que se emplean pueden actuar a favor o en contra de lo que se desea. En tal caso las afirmaciones son fortalecedoras y tienen un gran alcance porque eliminan los pensamientos negativos y palabras negativas y, a su vez, las acciones negativas. Es beneficioso afirmar en silencio y con convicción, en nuestra consciencia, todo lo bueno que queremos ver manifestado.

Hace poco tiempo, una amiga me dijo que prefería no continuar nuestra amistad. Me sentí profundamente decepcionada y dolida por varios días y me entristecía pensar en esas palabras que continuamente me invadían. Hasta que comencé a imbuir mi consciencia de buenos pensamientos, a sentir gratitud por todo lo que ella me había enseñado y ayudado. Reconocí su identidad como una idea espiritual incapaz de herirme. Esta revelación de su verdadera naturaleza me dio una visión totalmente nueva de ella y de mi misma y pude sentir una gran liberación mental. También aprendí que no sirve de nada aferrarse a malos sentimientos.

Si bien las palabras de un amigo pueden ayudarnos a levantar el ánimo o aumentar la autoestima, pienso que hay una palabra que puede mantener a ambos de manera estable y sanar todas las heridas. Esa palabra es Amor.

Mary Baker Eddy, fundadora del periódico internacional The Christian Science Monitor, escribió en uno de sus escritos:

Cuando habla el corazón, por sencillas que sean las palabras, su lenguaje es siempre aceptable para quienes tienen corazón

Ese corazón habla con sinceridad y humildad, al estar conectado con el Amor; es un corazón abierto a comprender más de lo Divino y de las cosas espirituales; un corazón receptivo para recibir una verdad liberadora.

No hay nada que nos impida expresar este lenguaje que parte del verdadero Amor y va hacia los demás y hacia uno mismo.

 

 

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