Las escuelas al aire libre crecen como opción alternativa a las convencionales

Las escuelas al aire libre crecen en Europa como una buena alternativa a las convencionales, pues no solo ofrecen el mismo pénsum académico a los alumnos sino que además les enseñan a valorar la Naturaleza desde pequeños, además de estimular más y mejor su integración sensorial y su psicomotricidad, entre otros beneficios, ha explicado a Efeverde Philip Bruchner, impulsor del proyecto Bosquescuela.


Bruchner es licenciado en Ciencias Forestales por la Universidad de Friburgo (Alemania), educador y asesor pedagógico, y puso en marcha esta iniciativa en 2010 “con la misión de lanzar en España el modelo de educación infantil al aire libre, homologado con mucho éxito en los países del norte de Europa”.

Aulas en el bosque

La primera experiencia de este tipo data de 1904, cuando se fundó la Waldschule -Escuela del bosque- de Charlottenburg (Alemania), a la que siguieron otras en Reino Unido, EEUU e incluso España, donde en 1914 nació l’Escola de Bosc de Montjuïc en Barcelona y en 1918 la de la madrileña Dehesa de la Villa.

El modelo actual data de los años 50 del siglo XX cuando Dinamarca puso en marcha la primera ‘Udeskole’ o escuela infantil al aire libre de Europa y donde hoy existen cerca de 300 centros similares.

Alemania -con más de 2.500 colegios de este tipo-, Suecia, Noruega o República Checa, entre otros países, también avalan el éxito creciente de una propuesta que, en España, ha empezado a desarrollarse en los últimos años.

Los municipios del centro y norte de Europa “apreciaron este modelo como muy favorable para cubrir necesidades de escolarización de nuevas comunidades o poblaciones en crecimiento próximas a entornos naturales”, precisa Bruchner.
Por eso homologaron estos colegios no solo junto a bosques sino a playas u otros ambientes naturales, en especial a partir de los años 90 “cuando se produjo un ‘boom’ que aún se mantiene” en países como Alemania.

 

Naturaleza de Madrid

En el caso de Bosquescuela, recibió la autorización administrativa de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) en 2013 y dos años después abrió su centro bilingüe castellano/inglés para niños de 3 a 6 años de edad en el municipio de Cerceda, en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama.

Bruchner ha señalado que el colegio “cumple los objetivos del curriculum oficial de la CAM” y por tanto se aprende “lo mismo que en un centro de educación infantil ordinario” -iniciación a lecto-escritura, pensamiento lógico o matemáticas, entre otras materias- pero “con una gran diferencia: el enfoque metodológico, porque se trabaja siempre al aire libre”.

Las clases bajo techo son sustituidas por varias aulas ubicadas en plena naturaleza: un encinar, una zona pedregosa u otra junto a un río, simultáneamente con excursiones a distintos puntos locales.
Solo existe un edificio, de uso limitado, que es una cabaña de madera en pleno bosque, donde los escolares comen, descansan o pueden refugiarse ante fenómenos naturales adversos, como por ejemplo una fuerte nevada.
No obstante, “los chavales se mueven mucho, les gusta correr, trepar…, están en movimiento continuo, por lo que no pasan frío si llegan con la ropa adecuada”, ha asegurado este educador.
En Suecia, este tipo de centros se conocen como I Ur och Skur, que se puede traducir como Vamos fuera, llueva o haga sol.

Una escuela sostenible

Uno de los alicientes de las escuelas al aire libre es su sostenibilidad “en sus tres dimensiones: ecológica, económica y sociocultural”.

Desde el punto de vista ecológico, una iniciativa así es, como recuerda Bruchner, “un centro con huella cero de CO2, pues no emplea electricidad ni genera residuos”.

Económicamente, “al carecer de instalaciones o elementos didácticos costosos por utilizar los recursos de la propia naturaleza, genera unos gastos muy controlados”, incluyendo una inversión “notablemente inferior a la de una escuela convencional”.

En lo sociocultural, fomenta la integración, la curiosidad, la responsabilidad, la igualdad de género o la prevención del acoso escolar, entre otros valores.

La idea es, además, la de actuar como catalizador de este tipo de modelo educativo, por lo que organiza cursos de formación para otros docentes y posibles promotores, al objeto de que se creen centros similares en otros puntos de España.
“Ya hemos organizado diez ediciones de estos cursos, de 80 horas de duración”, con el objetivo de impulsar esta forma de educar.

 

⇒ Tomado de EFE VERDE