La selva, un lugar lleno magia y aprendizaje para ser curanderos

En Sudamérica, existe una ciencia médica milenaria con más de 5.000 años de antigüedad, la medicina vegetalista, un cuerpo de conocimientos ancestrales que ha formado curanderos de Ayahuasca, maestros hueseros, sobadores y parteras tradicionales desde tiempos inmemoriales.

Esta antigua práctica se conservó intacta pese a la colonización europea y la consecuente evangelización cristiana, debido a que la región selvática presentaba muchas dificultades para ser explorada. Es recién en 1879 con la fiebre del caucho cuando la Amazonía empieza a ser invadida y transformada.

Medicina tradicional Amazónica

La medicina tradicional amazónica es una ciencia empírica con una metodología de trabajo definida, que utiliza las propiedades medicinales de las plantas y árboles de los bosques lluviosos de la selva, para sanar diversas enfermedades físicas y psíquicas. También es una academia inmaterial de estudios para los chamanes o curanderos amazónicos, quienes deben experimentar el aprendizaje en cuerpo propio a través de un largo camino de ayunos, aislamiento en medio del monte, abstinencia sexual, tomas de plantas medicinales y psicoactivas para llegar a ser médicos tradicionales. Después de un largo entrenamiento, los aprendices adquieren saberes, prácticas y habilidades necesarias para poder sanar gente.

Medicina Vegetalista

La medicina vegetalista también se conoce como “Ciencia oculta de la naturaleza”, pues es un conocimiento que se encuentra oculto en el ADN de las plantas y al cual solo se puede acceder mediante una iniciación hecha por un legítimo curandero vegetalista.

No hay registros escritos sobre medicina amazónica, solo quedan las historias de los ancestros y los testimonios vivientes.

El aprendizaje de las plantas es una tradición iniciática, en la cual se transmite el conocimiento y poder de maestro a discípulo a través de las dietas vegetalistas y ceremonias de ayahuasca. A diferencia de lo que se suele creer, las plantas maestras que toman los curanderos para aprender, en su mayoría, no son plantas psicoactivas, más bien se trata de flora medicinal que se toma durante cierto tiempo en profundas condiciones de desintoxicación física, psicológica y cutánea.

Son pocos los curanderos que conocen la forma correcta de extraer un remedio, pues las cortezas, raíces y las resinas de los vegetales solo se obtienen bajo ciertas condiciones espaciales y temporales. Factores como la fase en que se encuentra la luna, el instante del día en que llega el sol al tronco, o el período de fertilidad de la tierra, influyen al momento de recolectar una medicina.

Iniciación para ser curandero

Para aprender, el aspirante a curandero debe estar aislado en un tambo en medio de la selva, comiendo solo plátano verde, arroz y pescados herbívoros sin ningún tipo de aceite o aliño, mientras bebe una pócima vegetal asignada por su maestro. El propósito de este proceso es poder conectar con la espiritualidad de sí mismo y con el espíritu de la planta que está tomando. Tiempo en que solo realizará actividades que lo conecten con la concentración, como meditar, rezar, cantar y soñar.

El aprendizaje más profundo ocurre mientras los curanderos duermen. Es en el mundo onírico donde logran conectar con la madre naturaleza, quien les enseña sobre la ciencia oculta de la selva. Es en el sueño donde se abre un portal al universo de los espíritus silvestres, en ellos los curanderos asisten a escuelas donde reciben enseñanzas directas de los vegetales que están estudiando.

Aprendiendo cantos que entonan en las sesiones de Ayahuasca, qué plantas utilizar para curar diferentes afecciones, viviendo aventuras y canalizando mensajes que le serán útiles en el futuro. Muchas veces estos episodios los llevan a recorrer el pasado, el presente y futuro, accediendo a un repertorio de patrones conductuales que a veces les causan problemas en la vida. Sin embargo, la parte más importante de los sueños, son las pruebas que los aprendices deben pasar para evolucionar en su camino.

Durante estas enseñanzas astrales y por medio de la guía del maestro, el aspirante a curandero adquirirá destrezas para manejar la energía de las plantas que le están enseñando, aprenderá a soplar con perfume y tabaco los espacios y pacientes para limpiar las bajas vibraciones. Conocerá la metodología que se encuentra tras una ceremonia de Ayahuasca. Y logrará un entendimiento para sostener el proceso de sanación espiritual de un otro, pues tomar una planta medicinal para sanar una enfermedad no es tan simple como parece, requiere de un maestro que sostenga la dieta para activar espiritualmente la medicina en el paciente.

Ayahuasca

En las tomas de Ayahuasca, los curanderos hacen consciente lo inconsciente, instancia en la que se abre una puerta a la dimensión espiritual, en la cual pueden diagnosticar al paciente a nivel vibracional, observando los bloqueos energéticos que están interfiriendo en su vida. En la medicina amazónica, la enfermedad se entiende como un desequilibrio entre cuerpo, mente y espíritu, considerando el síntoma de la dolencia como la punta del iceberg, siendo lo visible dentro de una problemática mucho más profunda.

Espiritualidad

Para los pueblos de la cuenca amazónica la espiritualidad hace referencia a la parte inmaterial de la existencia, en la que hay tanto luz como oscuridad.

Desde este paradigma, muchas veces las enfermedades traen aparejados espíritus de baja vibración que se encuentran parasitando nuestro cuerpo electromagnético, por lo que se debe tratar las dolencias físicas desde una medicina que involucre la parte subatómica o cuántica de los seres humanos.

Fenómenos de la cultura popular considerados supersticiones como las brujerías, “amarres”, “males de ojo”, “estar cargado” y “saladeras”, cobran sentido desde esta cosmovisión particular. En la que el flujo energético tiene un rol fundamental para comprender la enfermedad.

Los llamados “síndromes culturales”, dolencias que aquejan a poblaciones rurales que no poseen explicaciones científicas ni tratamientos específicos desde la medicina occidental, pueden ser comprendidos desde el paradigma en que operan las medicinas tradicionales de los pueblos indígenas.

En la antigüedad, en las sociedades tribales existían mecanismos de regulación energética, encarnadas en la figura del curandero, quien se encargaba de contener y limpiar las bajas vibraciones, dolores y enfermedades de su tribu. Afecciones espirituales conocidas como el “susto”, o el duelo por la pérdida de un ser querido, eran tratadas por el médico a través del uso de enteógenos, plantas de purificación, sahumerios de hierbas medicinales y baños con plantas de protección para reestablecer el equilibrio energético original de sus pacientes.

Bosque Amazónico

En el bosque amazónico hay una extensa variedad de plantas para aliviar dolencias del cuerpo y el alma, mezclas de vegetales útiles para sanar incluso las nuevas enfermedades que han surgido en los últimos siglos.

Los motivos por los que frecuentemente consultan las personas son: depresión, infertilidad, quistes en los ovarios, miomas en el útero, reumatismos, enfermedades autoinmunes, endometriosis, migrañas, ulceras pépticas, hernias, diabetes e hipertensión, entre otros.

Quienes sanan, son las personas que se comprometen plenamente con el proceso de dieta.

Los pacientes que suelen llegar a los centros de medicina amazónica, por lo general vienen desesperanzados luego de haber probado diversas alternativas para sanar, siendo muchas veces desahuciados por la medicina occidental moderna. En la selva encuentran respuestas tanto a sus conflictos psíquicos como enfermedades físicas.

Un tratamiento vegetalista implica una des – automatización de todos los hábitos y patrones culturales dominantes que contiene un individuo.

Requiere renunciar por un periodo de tiempo prolongado a los deseos, placeres, vicios, quejas, rencores y distracciones a las que estamos acostumbrados los citadinos.

Recuperación

Para poder recuperarse de una enfermedad, un paciente debe recorrer un camino similar al que hace el curandero para aprender a sanar, pues debe internarse en la selva en soledad y tomar plantas medicinales que lo vuelquen en un proceso de sueños lúcidos, amplia introspección y la resolución de asuntos internos pendientes.

Deberá confiar plenamente en el curandero, pues es él quien sostendrá su proceso de cura y muchas veces aparecerá en sus sueños para explicarle cosas. Y tal como el maestro aprende a sanar a otros durante sus dietas, el paciente aprenderá a sanarse a sí mismo a través de la voluntad, el esfuerzo y la fe en los espíritus de las plantas que lo llevarán a conocer el origen de su malestar.

Este recorrido no solo es luz y bondad, más bien se trata de buscar en lo más íntimo de cada uno, para poder reconocer la sombra y la oscuridad que nos compone. De esta manera, podremos comprender el germen de nuestro desequilibrio, llevándonos a un intenso proceso de autoconocimiento que nos revelará los motivos por los cuales caemos enfermos.

Medicina Natural

Las tomas de Ayahuasca le mostrarán al paciente piezas claves para entender su vida, su proceso de sanación y la realidad.

Lo ayudarán a conectarse con su naturaleza interna y su entorno, le enseñarán a vivir en el presente y encontrar el sentido trascendente de la existencia.

Los tratamientos vegetalistas duran un mes o un ciclo lunar, en el cual hay dos etapas: la dieta de sal, que es la parte que se realiza en un albergue en la selva con una alimentación muy reducida, rica en serotonina, que fomenta la concentración. Por otro lado, está la dieta suave, que es la que debe realizar el paciente de forma autónoma cuando regresa a su hogar, período de abstención de drogas, sexo, fármacos, alcohol, carnes rojas, cerdo, pescados grasos, frituras, estimulantes y alimentos procesados. Ambas requieren de una alimentación especial para poder absorber las propiedades químicas del vegetal y expandir nuestros horizontes sensoriales, de manera que podamos conectarnos con la espiritualidad de la planta.

La verdadera medicina

La medicina amazónica no es una terapia alternativa, es un sistema médico tradicional con al menos 5.000 años de antigüedad.

No es un atajo, ni una receta mágica para sanar, ni un camino a la iluminación, pese a que abre una vía fascinante de conexión espiritual. Se requiere mucha disciplina, esfuerzo y voluntad para poder recuperarse de una enfermedad. Los curanderos te pueden mostrar la forma en que puedes mejorar, más es el paciente quien debe poner toda su humanidad en un proceso de cura y aprendizaje sobre el mismo.

Es importante aclarar que las tomas de Ayahuasca, no son una vía de escape o una opción fácil para “iluminarse”. Son instancias de sanación no recreativas, en la que tenemos acceso a nuestro mundo interno y a comunicarnos con una inteligencia vegetal superior que nos puede guiar en nuestro proceso de evolución personal.

La Ayahuasca no es una droga de uso lúdico, es un brebaje enteógeno ancestral que nos permite conectar con una experiencia divina y trascendente, una pócima visionaria que nos lleva a conocer el mundo espiritual del que hablaban los antiguos.

Los pueblos de la cuenca amazónica trabajan la medicina vegetalista de diferentes formas según la región en que se encuentren, siendo esta metodología de aprendizaje la del Maestro Wagner Rengifo, curandero tabaquero – perfumero de linaje cocama, aprendiz de maestros indígenas Asháninkas del alto Ucayali.

 

 

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Valeria Ayala