El parisino Canal de Saint-Martin retrata el cuidado del medio ambiente en el pasado y en el presente

 

Escenario de una de los planos más hermosos e impresionantes de la historia del cine y uno de los paseos más agradables y visitados de la capital francesa, el parisense canal Saint-Martin es uno de los emblemas de la considerada por muchos como la ‘ciudad más linda del planeta’ pero, también, se ha convertido en un símbolo de la contaminación de nuestros tiempos.

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No lejos del estanque donde la pequeña Amélie Poulain vio por última vez a su amigo Cachalote y donde hace 15 años ella se divertía lanzando piedras y haciéndolas rebotar en el agua, en la reconocida película francesa Le fabuleux destin d’Amélie Poulain, decenas de máquinas excavadoras y grúas se afanan en la actualidad sobre el lecho fangoso del canal. Su propósito: rescatar más de 5.000 metros cúbicos de desechos, sobre todo ¡bicicletas!

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Sí, los trabajos de limpieza de Saint-Martin revelan su condición de cementerio de cachivaches inusitados como la decena de cajas fuertes, la silla de ruedas, la moto, el carrito de supermercado y las numerosas bicicletas encontradas hasta el momento. Son la imagen viva de la importancia que se la ha dado a la preservación del medio ambiente en los últimos años.

Y no son los únicos hallazgos. “Hemos encontrado también objetos peligrosos como fusiles y revólveres, que han sido entregados a la Policía”, detalló a la Agencia Efe Jean François Rauch, responsable de los grandes canales de París.

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90.000 metros cúbicos de agua

Pero así como esta tarea evidencia el poco interés en la conservación ambiental en los últimos años, también pone de manifiesto los actuales nuevos esfuerzos por remediar las acciones contra el medio ambiente, y mientras algunos trabajadores se concentran en los desperdicios, otros terminan de drenar el agua con bombas para que no se mezcle con el lodo. En total, y hasta fines de mes, van a vaciar 90.000 metros cúbicos de agua.

Más tarde, los materiales cruzarán el Sena en barcas hasta llegar a un basurero donde serán reciclados. A pesar de la profusión de objetos que están saliendo a la luz, afortunadamente, las aguas no están especialmente contaminadas.

La recogida de residuos sigue al drenaje parcial del canal y la captura de los peces con campos eléctricos que los atraen.

Así, un grupo de expertos ha recuperado más de 1.250 kilos de 15 especies distintas de peces, sobre todo carpas y gobios, que depositan de forma temporal en un estanque de la Villete, al noroeste de la capital.

Y aunque en el filme de Jean-Pierre Jeunet la pequeña Amélie vio a su madre arrojar su pez rojo de tendencias suicidas al canal, en sus aguas únicamente se ha hallado una especie doméstica, la “muy cara y codiciada” carpa japonesa koi.

La renovación del canal, inaugurado en 1825, concluirá con el lavado y reparación de las ocho esclusas, la etapa más larga y complicada de un proceso que durará tres meses y costará 9,5 millones de euros. “Esta fase ocupa la mayoría del tiempo porque hacemos un enorme trabajo de recambio de piezas, con varios equipos que trabajan a la vez”, señala.

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Un espectáculo que se repite cada 15 años

La operación ha transformado una de las vistas más cautivadoras para residentes y turistas, que estos días se asoman desde uno de sus puentes de acero de mediados del siglo XIX para contemplar los nudos de artilugios que amasa el cieno.

“¡Hay hasta una moto!”, exclama el sexagenario Philippe Michel mientras señala el hallazgo a su amigo. ¡Siento vergüenza!”, se indigna este vecino del barrio, “lo hemos convertido en nuestro basurero”.

Le acompaña Pascal Boisard, de 67 años, para quien “cada vez que lo vacían aparece igual de sucio”. “Aunque antes no había tantas bicis”, matiza en relación con la creación hace menos de una década del servicio municipal de este medio de transporte.

Impulsado por Napoléon para remediar la escasez de agua potable en la metrópoli, sus 4,5 kilómetros de largo volverán a estar disponibles para la navegación turística y particular a principios de abril.

 

* Visto en EFEVerde y La Vanguardia

 

Denisse Espinoza