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Disfruta de la vida, todos somos dignos de amor, dile no al suicidio

Se dice a menudo que la realidad imita al arte. En el tránsito de la Ilustración al Romanticismo, el debate sobre el suicidio adquirió
una especial trascendencia. La novela “Las desventuras del joven Werther” provocó un impacto social con una gran oleada de suicidios acontecida en Alemania tras la aparición del texto de Goethe.

Suicidarse se convirtió en una moda, en un gesto de pureza, de lógica y verdad social. Un personaje de novela se convirtió en símbolo del romanticismo alemán. ¿Podríamos relacionar este impacto con la sugestión que ejercen los medios de comunicación especialmente la televisión e Internet a través de las redes sociales?

Esta influencia suele establecer modelos o comportamientos sociales a imitar y a condicionar la respuesta del público. Publicar detalles sobre los métodos de suicidio puede estimular a otras personas a probar esos métodos mientras que informar de manera apropiada y potencialmente útil a través de medios inteligentes puede prevenir pérdidas de vida.

El suicidio ocupa un lugar entre las primeras 10 causas de muerte en las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud.

La mayoría de los suicidios derivan de una severa crisis depresiva. La emoción del suicidio es la desesperanza y el desamparo. La persona siente desesperación, soledad, no puede vislumbrar una salida y centra su pensamiento en los aspectos negativos de su vida.

Se considera que el suicidio es un acto profundamente agresivo. Freud lo consideró como un fenómeno intrapsíquico, originado primariamente en el inconsciente y en cuya psicodinámica intervenían sobre todo la agresión y la hostilidad contra sí mismo al no poder exteriorizarla.

¿Cómo podemos ayudar a prevenirlo?

Podemos ayudar a una persona que expresa su intención de cometer un suicidio al demostrarle interés y apoyo, escuchándole, dejando que hable de sus
sentimientos, aceptándolos y no juzgándolos. No debemos demostrar temor, sino tranquilizarla y explicarle que existen alternativas posibles.

Uno crea un clima de ánimo al suicida, cuando imparte esperanza y de esa forma eleva su autoestima, hablando de buenos sentimientos, en vez de argumentar sobre lo que ellos piensan; logrando que se sientan libres de expresarse a alguien que sinceramente los quiere.

La jefa del Servicio de Investigación en Salud Mental del Servicio Vasco de Salud-Osakidetza, Ana González Pinto, ha añadido que lo que se debe hacer ante situaciones de crisis, paro y desahucios es “transmitir esperanza”y decir a las personas que sufren depresión o una presión social que creen no poder soportar que “hay esperanza y tratamiento”. Muchas veces, si esas personas acuden a un profesional de la salud mental, aprenden a cambiar su punto de vista y confiar más en sí mismos.

La esperanza es “el ancla del Alma”, segura y firme y se expresa y se alimenta en la oración, en los pensamientos buenos y puros. Como enseña la Biblia, podemos “con la alegría de la esperanza”, seguir adelante.

Todos somos dignos de amor y comprensión y tenemos derecho a disfrutar la vida, un verdadero regalo del Amor. El personaje bíblico Abraham vivió muchos años, y la pensadora metafísica Mary Baker Eddy dice que él “ilustró el propósito del Amor de crear confianza en el bien, y mostró el poder preservador de la vida del entendimiento espiritual”.

Si alguna vez estás tentado a cometer suicidio, recuerda que hay amigos que te aman y desean ayudarte, y que existe el Amor divino deseoso de obrar en ti, y muchas veces por medio de otros, para sostenerte cuando atraviesas desafíos.

¡Nunca pierdas la esperanza!