Dar gracias contribuye al bienestar y te capacita para recibir abundancia

 

En Acción de Gracias, el cuarto jueves de noviembre, los estadounidenses conmemoran la bendición de la primera cosecha de una tierra fértil y bondadosa, hecha por los peregrinos que se establecieron en Nueva Inglaterra, en 1621.

Es considerado el día más ecuménico del calendario, ya que a diferencia de la Navidad adherentes de todas las religiones se sienten incluidos.

En 1623, los peregrinos en Plymouth Plantation, Massachusetts, celebraran otro día de Acción de Gracias. Como la sequía estaba destruyendo sus cultivos, los colonos oraron y ayunaron para el alivio; las lluvias llegaron a los pocos días. Y no mucho después, el capitán Miles Standish llegó con grapas y la noticia de que un barco de suministro holandés estaba en camino. Debido a toda esta buena fortuna, los colonos celebraron un día de Acción de Gracias y oración.

Hoy, el Día de Gracias es un momento en que muchas familias se reúnen, y muchas iglesias están abiertas para servicios especiales.

Es bueno recordar a diario, con el corazón colmado de gratitud, que en realidad, aunque así lo parezca, no estamos solos ni viviendo al azar, pues existe una poderosa fuente de bien sosteniéndonos y dispuesta a protegernos en cada experiencia.

Muchas veces puede ser que la salud esté debilitada, o bien los sentimientos heridos, o que estemos a la espera del empleo que anhelamos, o de la pareja que aspiramos.

Pero todos, absolutamente todos estos aspectos y muchos más pueden ser vistos como oportunidades de ver manifestada la presencia y el poder de Dios.

He comprendido que agradeciéndole primeramente a Dios, el Amor infinito, por su guía y protección, cada día puede transformarse en una bendición, porque la certeza de que todo está bajo su control, nos descansa y otorga tranquilidad.

En una de las páginas del best seller Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy, encontré la siguiente pregunta y su respuesta: “¿Estamos realmente agradecidos por el bien ya recibido? Entonces aprovecharemos las bendiciones que tenemos, y así estaremos capacitados para recibir más. La gratitud es mucho más que una expresión de agradecimiento. Las acciones expresan más gratitud que las palabras”.

Promover la gratitud en este sentido, hace palpable que el bien que estamos anhelando venga a nuestra vida. Es posible sentir y contemplar este bien cuando se espiritualiza el pensamiento.

¿Cómo logramos espiritualizar el pensamiento? Aquí propongo algunos pasos importantes:

  • Agradecer las victorias que hemos cosechado.
  • Desalojar con firmeza el temor.
  • Dejar la preocupación y el escepticismo.
  • Saber que cada experiencia es un aprendizaje.
  • Conectarnos con ideas saludables.

La doctora en medicina, Lissa Rankin, expone desde una perspectiva científica cómo los pensamientos, los sentimientos y las convicciones alteran radicalmente la fisiología. También afirma que lo que pensamos y lo que sentimos es lo más importante.

Cuando dejamos la preocupación o el desaliento para apoyarnos en ese Amor infinito, naturalmente encontramos el corazón lleno de gratitud.

Esta actitud es beneficiosa no solo para nuestra salud sino además para empezar a cosechar generosamente el bien.

Lo que entendamos para nosotros mismos, puede ayudar a que los demás también lo entiendan y se sientan bendecidos.

¡Dar gracias siempre nos capacita para recibir la abundancia del bien y sentirnos más saludables!