4 ‘horrores’ por los que las próximas generaciones van a condenar a la actual

 

La controversia desatada en Inglaterra y Sudáfrica sobre las estatuas y monumentos de Cecil Rhodes pone en escena cuestiones fundamentales que como sociedad y civilización es importante cuestionarse, y que forman parte del legado a las próximas generaciones.

Rhodes, una vez considerado un héroe del Imperio Británico y honrado con honores en diferentes países, ahora es contemplado como un racista y un imperialista, y el movimiento #RhodesMustFail (#RhodesDebeCaer) gana cada vez más adeptos en varios países.

¿Se debe derrumbar su estatua? Los franceses tienen una interesante expresión para hablar de la destrucción de cosas del pasado en busca de los valores del presente: il faut bruler, que significa “hay que quemar”.

Pero, ¿hay que quemar a Sartre o a Luis XIV o a Víctor Hugo por algo muy importante en que se hayan equivocado?

Esta clase de controversias pueden fácilmente transformarse en una suerte de inquisición al hurgar en el pasado de cualquier figura histórica y encontrar algo desagradable para los parámetros de 2016. Es por ello que lo mejor que se puede hacer es usar esas preguntas no para acusar moralmente a otros sino para evaluarnos moralmente a nosotros mismos.

¿Qué actitudes o prácticas son aceptadas despreocupadamente ahora como parte del necesario desenvolvimiento del mundo que serán vistas como algo horroroso en el futuro?… ¿Qué estará en la lista cuando nuestros descendientes –más prístinos que nosotros– nos lean los cargos en nuestra contra? En un artículo firmado por Finler Rohrer, la BBC hace una lista tentativa de cuatro grandes horrores por los que las futuras generaciones van a condenar a la actual:

 

1. La crueldad detrás de la comida

La primera es la crueldad generalizada contra los animales para conseguir la comida. Esas granjas industriales, esa matanza industrializada… Aunque mucho se ha dicho de estos lugares, la realidad es que la gran mayoría de las personas siguen alejando esta gran verdad de sus ojos.

Las condiciones de estos animales –pollos obligados a una vida de inmovilización, cerdos hacinados en jaulas y sacrificados en cintas de producción de pánico– será visto por nuestros descendientes como algo tan atroz como nosotros vemos el tráfico de esclavos.

Hechos como sentarse a comer filetes de ternera en una conferencia sobre ética, por ejemplo, puede ser contemplado por futuras generaciones como algo tan brutalmente hipócrita como cuando los dueños de esclavos en Estados Unidos hablaban de libertad.

 

2. El funcionamiento de las escuelas

La próxima atrocidad moral que el futuro condenará es la crueldad hacia los niños en la escuela. Claro que este parece ser un pecado menor en relación con otras realidades mucho peores como la total ausencia de educación para muchas niñas en países islámicos.

Pero el sistema educativo occidental que aceptamos sin críticas es, después de todo, un remanente de un tiempo anterior, un síntoma actual de una reglamentación de la vida en el siglo XIX que también trajo consigo el reclutamiento en masa y el entrenamiento militar.

En el futuro, cuando los alumnos lleguen al colegio no tan temprano y les enseñen matemáticas de la forma en que hoy les enseñan deportes –con una metodología abierta, de manera grupal y autorregulada– quizás comprendamos que cada mente trabaja de forma particular y podremos ver nuestro actual sistema como algo descabellado.

 

3. La forma de tratar a enfermos y ancianos

El tercer elemento de la lista que causará preocupación en el futuro es nuestra crueldad con los enfermos y los ancianos en nuestro fetiche por la intervención quirúrgica. La medicina moderna es casi una bendición pura y todo aquel que sueña con las certezas metafísicas y sabiduría ancestral de sus antepasados es considerado fuera de juicio.

Pero ninguna bendición es totalmente pura y es muy probable que nuestra insistencia por masivas intervenciones de enfermedades postreras, nuestro apetito por válvulas cardíacas, rodillas y caderas artificiales e infinitos arreglos de marcapasos, sean vistos por nuestros descendientes como prácticas tan fetichistas y confusas como nosotros vemos el apetito por usar sanguijuelas y desangrar pacientes del pasado.

Por supuesto que todos conocen gente cuyas vidas han sido extendidas y mejoradas por articulaciones artificiales y marcapasos, pero nuestro sistema de salud está designado para que los doctores vean más los beneficios de las intervenciones que sus costos.

Cada generación se enfrenta con la mortalidad y cada generación subsiguiente mira hacia el pasado y tiembla ante las armas que el pasado usó en ese enfrentamiento.

 

4. Las categorías sexuales

Por último, el futuro fruncirá el ceño ante cualquier forma de categoría sexual, excepto las que están basadas completamente en el abuso de poder. ‘Homo’ o ‘hétero’; ‘bi’ o ‘trans’; número, clase o vicio… todo lo que importa es el consentimiento de dos personas capaces de decidir por sí mismos e informarse.

Cuando Oscar Wilde fue condenado socialmente hace más de un siglo en Londres por tener sexo con hombres menores de edad que se prostituían, se volvió una figura demoníaca y tanto su vida como su carrera fueron destruidas. Después de 50 años su persecución nos pareció intolerable y en la mayor parte de la segunda mitad del siglo XX fue visto como un mártir de la liberación homosexual. Pero, hace recientes 20 años, la moneda volvió a girar, no por la homosexualidad sino porque la explotación de adolescentes con fines sexuales es vista hoy, correctamente, como uno de los peores pecados.

En el futuro habrá más tolerancia a la diversidad sexual y menos tolerancia a la explotación de los indefensos.

 

* Visto en BBC

 

 

Denisse Espinoza